Por qué dejé de trabajar en una Agencia de Publicidad
- Majo Cossio
- 28 jun 2016
- 4 Min. de lectura

Desde que salí del instituto he trabajado en agencias, y déjenme decirles que son la mejor escuela. Para el trabajo y para la vida. Una agencia es un lugar bravazo, aprendes de todo, hay todo tipo de gente, vives todo tipo de cosas, y más o menos como en una montaña rusa subes y bajas sin parar y la adrenalina te entumece las yemas de los dedos. Mi primer día de trabajo llegué como media hora temprano y fui la última en irme. Esa noche, cuando salí con el pecho contento y lleno de orgullo por todo el esfuerzo que había hecho, me hice una promesa. Iba a sacarme la mugre. Iba a partirme el alma. Esto era por mí, por mis sueños, y aunque fuera difícil y aunque fuera a salir tarde todos los días, no importaba porque estaba trabajando por lograr cosas grandes.
Pasaban los meses y los años y cada vez llegaba más lejos, pero cada vez entendía menos por qué me estaba haciendo esto. Trataba de recordar que uno trabaja para vivir, no vive para trabajar.
Y llegó un punto en el que sentí que estaba haciendo lo que hacen las personas que pagan una casa en alquiler. Déjame que me aclare. Digamos que decides independizarte y quieres vivir solo. Lo que muchas personas hacen, en realidad la mayoría, es alquilar una habitación o un departamento. Todo bien, el único problema es que ese dinero que estás pagando de alquiler es, prácticamente, dinero botado al agua. ¿Por qué? Bueno, porque en vez de estarle pagando sumas cuantiosas de dinero a un tercero, lo ideal sería que invirtieras ese dinero en una propiedad propia. La forma idónea de independizarse y vivir fuera es comprar una casa e ir pagando la hipoteca, mes a mes, tal y como pagarías el alquiler si la casa o departamento no fuera tuyo.
¿Cómo se relaciona esto a mi trabajo en agencia? Bueno, es que yo estaba chambeando y sudando y rajándome por construir el sueño de otros.
Así que renuncié. Lo ideal hubiera sido irme, sacar la hipoteca del sueño de mi propia empresa, y empezar a pagar en pro de mi nuevo activo. Pero hay un gancho que me detuvo, el mismo que seguramente detiene a muchas personas que quisieran sacar la hipoteca pero no pueden: ¡No tenía capital!
Para sacar tu casita o tu depita necesitas poner una inicial, típicamente algo del 20% del valor del bien como cuota inicial y luego bueno, ya vas pagando mes a mes. Esa cuota inicial es algo que mucha gente joven no tiene, yo no la tengo. Y así, para la hipoteca del trabajo soñado y la empresa propia, tampoco no tenía capital. No es fácil dar el salto e independizarte de la noche a la mañana y tener una lista gorda de proyectos y clientes bookeados hasta fin de año. (Si alguien sabe cómo hacerlo: llámame. Te invito una chela.)
Así que lo que hice fue invertir mi escaso capital, comprar acciones y empezar a diversificar mis ingresos.
Mi primera inversión fue ingresar a la Universidad a estudiar una segunda carrera. La segunda, renunciar al trabajo en Agencia y conseguir un empleo inhouse en una empresa. Yo estaba sobre-calificada para el trabajo e iba a ganar casi la mitad de lo que ganaba antes, pero era una inversión. La tercera inversión que hice fue comprar mucha paciencia y muchas noches sin dormir.
Poco a poco, mis acciones empezaron a subir. Empecé a aprender muchas cosas en la universidad que iban alimentando el plan de negocio que estaba gestando. Gracias a que el nuevo trabajo era menos demandante y que el horario era uno normal (los que trabajan en agencia saben de lo que hablo. ¡Hola, jornada de 8 am a 11 pm!) dispuse de más tiempo en las noches y fines de semana para empezar a averiguar aspectos legales sobre cómo formalizar y constituir mi empresa, para planear y proponer mis productos y servicios, para investigar mi mercado.

Foto: www.etsy.com/shop/MySassyLife
Y así por fin, luego de poco menos de un año, junté el capital suficiente para poder pagar la inicial. Renuncié, otra vez. Esta vez, renunciaba por mí. Por mi sueño. Por todo lo que quiero vivir, por todos los sitios a los que quiero llegar y por todas las personas y experiencias que quiero conocer. Muerta de miedo, con el corazoncito encogido al fondo de la caja torácica.
En economía, según he aprendido en la Universidad, se maneja el concepto de que a mayor riesgo, mayor ganancia. Bueno yo me la estoy jugando BIG TIME. Sigo medio asustada y ahora encima trabajo más que nunca, ¡más que en agencia! Pero la diferencia es que ahora, el alquiler de la casa va para MI. Es mi activo, mi casita: la ganancia es enorme. Yo se que aún hay muchas batallas por librar y que la cosa recién empieza, pero me estoy divirtiendo tanto y no lo cambiaría con nada.
Así que, si algo he aprendido de todo esto, es que el riesgo merece la pena. Ahora yo soy mi propia jefa, y si bien me ando pateando el trasero también me ando engriendo y queriendo más que nunca. ¡Esta nueva etapa de independiente está de rompe y raja! Y a todos los que están planeando atreverse, los espero acá del otro lado del charco cuando que se animen a dar el salto.
Mejor apúrense en venir, que se me calientan las chelas ;)
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